20.2.11

Charla Banalmente Enteogénica.


Me siento Hunter S.Thompson. Bueno, qué más quisiera yo. Yo estoy aquí para un periódico provincial de tirada media, no para la puta Rolling Stone. Además de que no puedo decir en mi crónica lo que realmente opino de esto. Que ninguno de los que ha subido al escenario entiende una puta mierda sobre drogas. Ni siquiera sé quién organiza esta mierda. Total, luego, a la hora de redactar el artículo me meteré en Internet para sacar toda la información. En realidad ni siquiera debería estar aquí. Cuando uno es medio bueno en esto no hace falta asistir a los eventos para escribir una crónica, solo que alguien te cuente que ha pasado. Y nunca ha pasado nada. Esta mierda no va ni por la mitad y ya puedo escribir una bonita crónica de una cara de cómo los expertos en salud, los “expertos” en drogas y algunos antiguos drogadictos han pintado las drogas como a Satanás 2.0 en el siglo XXI. Ahora mismo hay un idiota hablando de lo rápido y fácil que es pasar de los porros a inyectarse heroína. Me gustaría subir al escenario y delante de todos los medios preguntarle porqué empezó a probar tantas drogas. Y cuando me dijese que uno no necesita razones para caer en la droga y que por eso es tan peligrosa darle la paliza de su vida mientras me graban las cámaras, coger los micrófonos y explicarle cuidadosamente a esa gente que el problema no son las drogas, si no que la gente es gilipollas. Y eso ha sido así toda la vida. Dale un soplete a un idiota y verás lo que pasa. Pero no por eso vamos a prohibir los sopletes. Quizás deberíamos prohibir los idiotas. Pero el problema es que son mayoría y los que nos hemos dado cuenta de esto no solemos importarle a nadie. El único problema es que estoy en una conferencia anti-droga y acabo de fumarme una L a medias con el cámara y nos hemos bebido como tres litros de cerveza entre los dos en el almuerzo. Y no me pienso levantar a mear porque fijo que me caigo. En una conferencia anti-droga. Yo. Joder, es de risa. Realmente me siento Hunter S.Thompson. Bueno, qué más quisiera yo. Al menos su nómina.

9.2.11

Sudores alcaloides


Me lavo la cara porque estoy empapado en sudor pero aún así no se me pasa el calor este que llevo por dentro desde hace ya unos cuantos días. Hay veces que te la juegas y te sale el negocio de tu vida. Vuelvo a la habitación y me fumo un cigarrillo, el último del paquete. Es el tercer paquete en dos días. Hay veces que te la juegas y todo se va a la mierda. Y cuando digo todo es todo. No sé qué va a pasar y hasta qué punto estos tíos son serios pero si va a pasar algo que pase ya. Soy ateo más o menos desde que empecé a pensar con ocho añitos pero llevo 48 horas rezando sin parar. Cada vez que suena el timbre sufro una tentativa de infarto. Como ahora mismo que acaba de sonar. Será el Nano que ha ido a recoger a su piba del trabajo pero aún así el camino a la puerta se me hace eterno. Apoyo la cabeza contra la puerta y dejo una mancha enorme de sudor. Abro. Apenas veo la navaja venir la primera vez, la segunda vez estoy tan confundido que no me da tiempo a hacer nada y la tercera me duele tanto que ni pienso en otra cosa que no sea en la magnitud del dolor que siento. Ya después de la quinta y la sexta puñalada solo hay que llevarse llevar y cerrar los ojos. Ni siquiera me da tiempo de arrepentirme en el suelo antes de morir porque me desangro en cuestión de segundos mientras siento como la puerta se cierra y los peruanos bajan tranquilamente por la escalera.

3.2.11

Erasmus


O como aquella vez en Múnich, cuando estábamos de Erasmus y terminamos los exámenes. Me voy a acordar toda la vida de porqué no me acuerdo de nada de ese fin de semana. Nos juntamos el polaco, el pavo ese de Helsinki, el Burguer Brandt (como llamábamos al alemán de la residencia) y el Rata y yo. Predominio de españoles. Menudos piezas éramos. Recuerdo que nos pilló en los buenos tiempos, cuando Alemania era la cuna de la droga en Europa. Podíamos conseguir casi cualquier cosa, y eso hicimos. Fue cuando estábamos todos flipando con “Miedo y asco en las vegas” y el periodismo gonzo. Pero antes de la peli de Depp y toda esa mierda. Cuando aún éramos cuatro gatos colgados de verdad. Pillamos creo que unos tres cartones porque no teníamos pasta para más. Ocho MDMA’s (el mejor que he probado hasta la fecha, con Mickey mouse dibujado), unas cuantas anfetas que le habían sobrado al polaco de una rave y un par de gramos de speed. También teníamos unas tres raciones de setas y unos derivados de N-Benzyl que nos habían dado para probar. Por aquellos entonces aún no existían los RC’s. No recuerdo gran cosa de la noche porque mientras los cartones hacían efecto decidimos meternos un poco de speed que iba directamente al cerebro e irnos a pillar un tercio de absenta. Solo sé que acabamos en mitad de lo que parecía un concierto de rock el sábado por la noche, pero no podía ser porque nosotros habíamos salido jueves y llevábamos la misma ropa. Lo de no haber dormido en tantas horas no nos parecía sano. De todos modos no nos quedaba nada y decidimos irnos a sobar. Es extraña esa sensación. Despertar de repente pero estando despierto todo el rato. Simplemente se pasan los efectos de las drogas más duras y empiezas a ser consciente de que existes y no recuerdas como has llegado a ningún sitio. Imaginaos la cara que pusimos cuando nos dimos cuenta de que estábamos en Holanda viendo a los Maiden y nos habíamos gastado lo que nos quedaba de la beca.