31.12.10
Trip Report: Salvia Divinorum
Un buen día en casa, mi compañero habitual de viajes me comunica haber averiguado algo (muy poco entonces) sobre una droga llamada Salvia Divinorum. Legal. La excitación propia de esos momentos se ceba sobre nosotros. Enseguida iniciamos una extensa búsqueda sobre los efectos, la toxicología, la historia y todo lo que podemos averiguar de dicha droga. Nos pasamos links de experiencias, videos e información por un tubo. Decidimos que nos interesa. Inmediatamente nos informamos sobre dónde conseguirla y tras otro intento fallido por mi parte con otro colega obtenemos un bote de extracto x10 de Salvia Divinorum. Nos dirigimos a mi casa y “a ojo” lo dividimos en 10 dosis de lo que debería ser 1μ aproximadamente cada una. Mi compañero de viaje y yo nos decidimos por un set & setting cuidado y relajado. Tiramos un colchón al suelo y lo pegamos a una de las esquinas de mi habitación. Nos ha sido imposible conseguir un puto mechero de soplete ni nada parecido a un precio medianamente razonable. Sí que hemos comprado una pipa para la ocasión y hemos conseguido dos mecheros de butano para enchufar a la vez y conseguir la evaporación de la salvinorina-A. Pasamos la mañana en mi casa, comemos y fumamos marihuana, pero poca, solo nuestro consumo habitual de cualquier día. A eso de las 4 de la tarde el cuerpo me pide probar la droga. Tras un breve problema con la pipa resuelto al meter un poco de tabaco para impedir que el extracto “caiga”; me acuesto en el colchón y sujeto la pipa con la mano izquierda. Elijo una posición cómoda, entre recostado y sentado, que me permita sujetarla bien si llega el momento del viaje antes de tiempo. Las dos llamas están listas y simplemente en un segundo está hecho. Lo primero que noto al aspirar con fuerza es que la salvia está mala. Sabe fatal. Y conforme se va quemando empiezo a notar un sabor como químico en la garganta que me hace suponer que está funcionando y la salvinorina está evaporándose. La primera calada me es indiferente. Noto como algo sube. Pero no soy capaz de describir la sensación. La segunda calada realmente me transporta. Lo noto. Noto presión en los globos oculares y una especie de cosquilleo extraño en la cabeza. Está funcionando y me siento tan contento y excitado de que funcione que apenas noto la sensación. De todas formas me han avisado que esto tiene que ser rápido porque cuando realmente estés de viaje, estarás de viaje y punto. Así que le doy otra, mucho más profunda y fuerte que el resto. Y entonces todo pasa. Me sube completamente de golpe al echar el humo. El mundo se transforma y mis procesos de pensamiento también. Se alteran. Noto una presencia casi física a mi derecha y al mirar mi mente (no sé porqué) asimila que entre el colchón y el armario hay una rendija. Esa rendija es el viaje. Y esa rendija me llama. Me arrastra. Noto una fuerza que emana e intenta arrastrarme ahí dentro. Y de repente tal y como esa idea ha venido a mi cabeza viene otra. Necesito otra calada antes de dejarme llevar. No sé porqué. Simplemente sé que la necesito. Pero aquí vienen los problemas. Casi no puedo sostener la pipa. Le pido ayuda a mi compañero porque el brazo con el que sostengo la pipa me tiembla demasiado. O eso creo. Ya no sé qué es real y que no. Se lo suplico. Necesito esa calada. Pero me quita la pipa de las manos. Se asusta. “Ya vas bastante ciego” dice. Trato de convencerle de que no. Pero no resulta muy efectivo porque me doy cuenta de que me estoy riendo. No puedo hablar. Me agarro el estómago. ¿Cuánto llevo riendo? Creo que desde la segunda calada, pero no he sido consciente hasta ahora. Le hablo de la rendija y del viaje. Le digo que me está llamando el abismo y necesito otra calada para entrar. No lo comprende y me mira como a un yonki. Yo no comprendo porque no comprende. El abismo está ahí. Es algo que todos vemos y todo el mundo es capaz de entender. O así me parecía. Me parecía tan lógica la situación metafísica del abismo como que el fuego quema. Negarme que el abismo existiese me supuso un shock como el que me hubiese supuesto que me negasen que el agua del mar era salada. Así que decidí que tendría que viajar con lo que llevaba encima. Me acosté y cerré los ojos y escuché a Mike Oldfield. O quizás una música familiar. No lo recuerdo. El viaje en sí estuvo bastante bien. Aunque la salvia en general me decepcionó un poco (y me ha decepcionado mucho más en experiencias posteriores) y me esperaba vivencias más intensas y alucinaciones perceptivas mucho más fuertes y notorias. Era como dejarse llevar por la imaginación escuchando música, solo que la salvia facilitaba el proceso. Cuando todo terminó me levanté y dije:
-Te toca.
Hunter S.B. Thompson
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
;)
ResponderEliminarIncreíble :)
ResponderEliminarclaro que te decepciono, fumaste 10x, no fumaste 60x ni nada por el estilo :P
ResponderEliminarnaaa para, me estas diciendo que esta es una anecdota de Hunter Thompson!?!?!?
ResponderEliminar