9.2.11
Sudores alcaloides
Me lavo la cara porque estoy empapado en sudor pero aún así no se me pasa el calor este que llevo por dentro desde hace ya unos cuantos días. Hay veces que te la juegas y te sale el negocio de tu vida. Vuelvo a la habitación y me fumo un cigarrillo, el último del paquete. Es el tercer paquete en dos días. Hay veces que te la juegas y todo se va a la mierda. Y cuando digo todo es todo. No sé qué va a pasar y hasta qué punto estos tíos son serios pero si va a pasar algo que pase ya. Soy ateo más o menos desde que empecé a pensar con ocho añitos pero llevo 48 horas rezando sin parar. Cada vez que suena el timbre sufro una tentativa de infarto. Como ahora mismo que acaba de sonar. Será el Nano que ha ido a recoger a su piba del trabajo pero aún así el camino a la puerta se me hace eterno. Apoyo la cabeza contra la puerta y dejo una mancha enorme de sudor. Abro. Apenas veo la navaja venir la primera vez, la segunda vez estoy tan confundido que no me da tiempo a hacer nada y la tercera me duele tanto que ni pienso en otra cosa que no sea en la magnitud del dolor que siento. Ya después de la quinta y la sexta puñalada solo hay que llevarse llevar y cerrar los ojos. Ni siquiera me da tiempo de arrepentirme en el suelo antes de morir porque me desangro en cuestión de segundos mientras siento como la puerta se cierra y los peruanos bajan tranquilamente por la escalera.
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Por un momento me ha parecido estar de nuevo en aquellos dulces libros de Jordi Sierra i Fabra, donde las navajas y las pastillas de media luna cubrían entre sus espejismos de éxtasis toda una vida de amores locos...
ResponderEliminar;)
Tantas veces nos jugamos, para que todo se vaya a la mierda más embarrada. Será que hay que hacer todo eso para llegar a lugares mas ricos.
ResponderEliminarSaluditos.