Y entonces lo vi claro, como un mapa abierto ante mí. Era amor. Eso era. Lo que a todos nos impulsaba a aquello. Nos vendían auto comprensión y un remedio para la soledad a cinco euros el gramo. Todos teníamos algo dentro que anhelaba amor y nos hacía recurrir a buscarlo en la química. Anhelábamos tanto la parte física como la espiritual. Pero sobre todo la espiritual. Nadie ni nada saciaba nuestra sed. Porque somos Romeo sin Julieta, Inés esperando al Tenorio. Un Lestat roto y desgastado buscando a su Akasha en todos los sitios dónde no debería hacerlo. El porro se me resbaló con la mano durante la meditación y lo miré consumirse en el suelo. Eso hacemos con nuestra vida. La tenemos frente a nuestras narices y en lugar de agarrarla con un par de cojones la vemos consumirse de lejos. Presas del amor químico.
"No es por moda es por la soga que te ahoga por lo que toda mi generación se droga. Por las horas que el triste reloj devora y por la sola soledad desoladora"
-Sharif
Dicen que la hierba te ayuda a desconectar de todo lo que te rodea.
ResponderEliminarNo la he probado, pero estimo que debe ser cierto.
Meditar no es, al fin y al cabo, fácil.
Y lo difícil a menudo nos asusta.
Sin embargo, ¡ay, ansiado corazón, que me impulsas a querer ver todo aquello que mis ojos niegan!
;)